jueves, 23 de septiembre de 2010

Involución

En diversos aspectos de la existencia observo asombrado lo contradictorio de la realidad. O más bien lo contradictorio de nuestras acciones. En realidad en esta entrada deseo referirme a los obstá-culos que se nos presentan en la vida profesional. ¡Qué bien suena eso de vida profesional! Suena tan adulto, me llega.

Como iba diciendo, en la Era Burocrática, que ya pasa a ser Burocrítica que me ha tocado en suerte experimentar, la involución es cada vez más patente. Hace unos minutos escuché a un piloto de esta honorable y santa institución en la que laboro decir: "Ai dios, uno llama a la planta y contestan en otro lado al que uno no quiere comunicarse, pone el dedo (para el registro la huella digital) y el lector no reconoce la huella, la tarjeta que abre la talanquera: no funciona".

De inmediato al final de su a-locución, por efecto reflejo me identifiqué con eso llamado frustración que sin hacer mención, este compañero de trabajo tan bien supo expresar a través de las docenas de pequeñas circunstancias que nos frustran cada dos por tres.

¿Qué sucede cuando la dirección y la sub-dirección de un grupo anda en la luna? ¿Cómo funcionar sin una dirección coherente? ¿Cuándo poner las personas que ostentan los cargos de dirección y sub-dirección en un lugar en el que no estorben? Dejemos de lado el que estorben o no, cómo hacer para que tampoco lleven acciones que entorpecen el buen desempeño de los demás.

Hay quien dice que uno sin saberlo, llama y atrae hacia si a ciertos tipos de personas, problemáticas, bobas, verborréicas . . . . . ¿Sin cerebro? No, ya sé, con cerebro pero que aparentan no usarlo, para que uno no se cuestione ya en última instancia las consecuencias de sus actos, sino que simplemente y llanamente los atribuya a sus propias muladas.

Luego cae uno en la cuenta, que ya tantas idioteces juntas, no es mera coincidencia y que esa forma de entornar los ojos, ante situaciones absurdas y errores, cometidos por ellos o ellas mismas, nos parezcan, ya un sello personal de este tipo de personas. Y no en cambio, una forma de HORROR de HORRORES, ma-ni-pu-lar-nos a su antojo, debido a su camaneolismo, mejor dijo, debido a su inteligencia, puesto que un (o una) mula que dirige un equipo o un grupo y que lo lleva de un desastre a otro, dirige, ergo, un conjunto de personas que tal vez se creen inteligentes, pero que en última instancia: están y reportan a un omnipotente ser informe y tal vez no inteligente, pero si astuto.

Astucia que le permite coordinar, dirigir y señalar el camino a un conjunto de seres, ya no hablemos de humanos solamente, incluyamos al resto de seres vivos que funcionan con cerebro (puesto que esto que escribo posiblemente, lo sientan, lo piensen, lo intuyan las hormigas, las abejas, los grupos de lobos, las mandas de elefantes) a un grupo de seres, que a pesar de observar una inteligencia disminuída, deben por las razones que sean, obedecer y encima reportar a ese o esa dirigente.

Pasamos así al campo de los inexplicable: estamos condenados a obdecer a esos seres que dirigen y que para poder desempeñarse en tales puestos, deben por ende, por default: renunciar a una parte de su inteligencia (tal vez renunciar a utilizar su inteligencia y observar no usar más de 11 o 12 por ciento) y también renuncian a ser personas chéveres y se convierten en verdaderos y verdaderas aberraciones de la ética y la moral.

Sin embargo mencionar ética y moral, ya me lleva a echar mano de otro costal, del cual no quiero extraer más que dos ideas: 1) no soy quien para hablar de ética. 2) tampoco soy el más indicado para hablar sobre moral. Pero esos energúmenos y energúmenas que dirigen o sub-dirigen me tienen arrancándome los pelos de las axilas de la pura rabia y frustración.

he  dicho
atte
el burócrata infeliz